SURCOS DE MI TIERRA
El campesino trabajaba la tierra sin descanso, con
movimientos
continuos, regulares, heroicos a pleno sol. La
temperatura asfixiante
parecía no afectarle, su camisa empapada era el único
indicio del
esfuerzo que realizaba. El aire seco y caliente le hizo
resollar y se
tomó un descanso a la mustia sombra de un viejo olivo.
Indeciso miró el botijo y luego, la bota.
Atacó primero con agua, rematando la sed con vino.
“Hoy no se puede aguantá la caló”, murmuró observando las
grietas
y surcos que recorrían la tierra reseca.
Los años se han convertido en siglos y todo ha cambiado,
todo
menos la sombra que azada en alto quiebra el suelo,
sembrando
futuro. Sencillez imperecedera de una España de siluetas
en el
campo, de siluetas para el olvido.
Miguel Leopoldo
García Peña
(VIII Antología pág. 183)
Qué arte!!!
ResponderEliminar