AGUAS AMIGAS
Tres moléculas de agua bajaban juntas el Ebro, con
placidez. Los átomos de hidrógeno de una, tendían puentes invisibles pero
fuertes hacia el de oxígeno de sus dos amigas. Nada parecía poder separarlas,
de ahí su inocente felicidad. Mas la violencia las empujó por detrás,
alejándolas entre la rugiente multitud. Pudieron aún distinguirse un instante,
seguras de no volver a verse jamás, por pura probabilidad. Una salió del cauce,
quedando atrapada en un campo anegado, junto a un agricultor desesperado; y
lloró con él por causarle daño. Otra fue a la zona más rápida de la crecida y,
sucia, en pocos días llegó al mar, recorriendo salada la costa hasta ser
capturada por una contaminante, ineficiente y costosa desaladora; y lloró su
nulidad junto al agricultor que no podía utilizarla para regar su seco cultivo.
La tercera corrió mejor suerte. Atrapada en un remolino sin fin, soñó que
remontaba el río y recorría a oscuras una tubería que transcurría junto a la
autovía mudéjar, como en un parque de atracciones. Se sintió congruente, útil a
los agricultores aguas arriba y aguas abajo, que nunca volverían a pelearse por
poseerla obsesiva y torpemente.
Salvador Sagrado
Vives
VALENCIA
(IX Antología)
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