jueves, 12 de mayo de 2016

ANTOLOGÍA 2015: INGENIO DE CASTILLA



INGENIO DE CASTILLA

A la vecindad del Henares bajaron las invernales brumas. Entre acuosos algodones, las esbeltas figuras de árboles centenarios parecen emanar efluvios de la dormida tierra. Cerca, las torres complutenses se yerguen poderosas como fanales del tiempo. A su regazo se acogen los desvaídos rodales de neblina, y el éter, teñido de agua y cielo, borda aureolas de blanca pureza sobre el caserío dormido, sobre las cimeras espadañas de arrugadas sienes pétreas, sobre las plazas que se desperezan ávidas del día y de sus gentes. Duerme aún la milenaria Iplacea,  duerme aún la vetusta Compluto, duerme aún la medieval Santiuste germinada en martirial sangre inocente, duerme aún la renacentista Alcalá velando sus armas y sus letras, afilando el adusto ingenio de Castilla. Todas y una esperan que un clarín las despierte para afirmar el espíritu y recorrer un nuevo tramo, espeso, tal vez duro, serio y esforzado, asentado en la patria de la lengua, del camino del mañana hispano.

Forjado en sol, un repique de campanas orla, hasta el horizonte, el silencio de la aurora de España, hacedora de encuentros. Una salmodia de rezos borda el vacío de los claustros. La sirena de la fábrica hiende las primeras luces del arrabal compitiendo con el cornetín de órdenes, que riza la diana, como un agudo estilete, en torno al céfiro de la mañana que acaricia los barrios ungidos con la honra del sudor. Como blancas palomas de vuelo etéreo, las estudiantiles risas se enredan con el viento y se esfuman juguetonas para transformarse en las aulas en alma del futuro.

Huye la soledad, y un torrente de vida inunda las rúas para de nuevo «facer Españas» mientras la ciudad deja morir dulcemente en su boca el amanecer.

Manuel Montes Rodríguez
(IX Antología)

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