lunes, 16 de mayo de 2016

ANTOLOGÍA 2015: LO QUE CASTILLA ME DIO EN HERENCIA



LO QUE CASTILLA ME DIO EN HERENCIA

Ahí, donde los esplendorosos verdes del norte se pierden y el mar es solo un recuerdo o un sueño, donde los cereales se incendian y levantan los pinos su reino, ahí está mi pueblo.

El vuelo de la cigüeña corona el campanario y una luz de infancia impregna la plaza donde jugábamos. Tiempo de remembranza y fotografías en sepia que mis ojos desgranan. Castilla calienta su reseco corazón a la lumbre y las llamas vuelven a ser cálidas como en aquellos días de invierno florecidos de nieve en los que buscábamos el cobijo del fuego seguros de hallar el bálsamo, el consuelo, la reparación al desvalimiento que nos entumecía.

Veo a mi padre vestido con la pana de los días de trabajo. Guardo fiel recuerdo de sus manos, manos duras que plantaban las cebadas, tenaces manos que las guardaban de las plagas, hábiles manos que arrebataban la cosecha a una tierra siempre hostil. Veo a mi madre. Todo en ella era sosiego. El mundo parecía más hermoso cuando ella lo nombraba… En el aparador reposaba un cesto de membrillos y una paz franciscana de paredes blancas, suelos encerados y muebles austeros se adueñaba de la humilde estancia. Todo estaba preparado para la cena. Nos congregábamos en torno a la mesa. Mi padre vertía unas gotas de aceite sobre un trozo de pan y nos lo daba… Comprendo ahora que aquel gesto tan humilde contenía toda la belleza del mundo.

Entre las sombras está mi casa. A los campos les crece la mala hierba sin que nadie haga nada para remediarlo. Muchos se avergüenzan de pronunciar la palabra patria que aprendimos cuando éramos niños; sin embargo, estoy segura de que, a pesar de todos los desencuentros, ese amor a España que Castilla sembró en nosotros aún permanece.

Mª José Toquero del Olmo
(IX Antología)

No hay comentarios:

Publicar un comentario