miércoles, 8 de junio de 2016

ANTOLOGÍA 2014: CONQUISTA




CONQUISTA

Creí haber conquistado tierras lejanas. Guardé en la maleta los espejismos, las quimeras, las ganas. Crucé el océano de dudas, tejiendo los miedos en su inmensa mirada y desembarqué en el amanecer de los Andes, tocando la meseta argentina con las yemas, recordando el danzón que tras el malecón provoca las inquietudes. Me quedé observando aquellas noches que encerraban días, acentos desiguales, candentes atmósferas de lejanías, humos de orígenes perdidos, rocas que silenciosas hablaban de tiempos y memorias.

Días guardados en mi bolsillo, terrones de imágenes detenidas en otras geografías, como cuando la gota recorre los trópicos de la piel, y no encontré más conquista que el conjugarnos con el mismo verbo, acentuar el tono de la vida, las nostalgias con huracanes y sierras, lagos en la punta de los dedos, de tierras que llevamos como único bagaje.

Creí haber conquistado horizontes inexorables, y exploré la imaginaria en el mismo cielo que vemos todos, allá, donde el inicio del fin es solo la curva de la línea que nos separa.

Somos lengua, palabra hispana que une culturas, pueblos, aldeas, una orquesta perfectamente coordinada, donde se transfiguran bailes y notas, sinfonías de tiempos enfrentados, letanías y sueños.

Éramos, fuimos y seremos, ascuas latentes de la misma hoguera, arreboles en el extremo del mundo, de nuestro mundo, porque el agua que nos separa es tan diminuta como la gota que quita la sed y nutre el alma.

Raquel Viejobueno
(VIII Antología)

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