lunes, 27 de junio de 2016

ANTOLOGÍA 2014: MONTADA EN ROCINANTE




MONTADA EN ROCINANTE

Es que cabalgo montada en Rocinante a pesar suyo,
porfiada en ser Aldonza y no la Dulcinea.
Tejo y destejo mi versión del mundo en su romance.
Le rezo al mismo Cristo, la misma Virgen y voy tras sus molinos,
en una geografía de cuyo nombre me acuerdo, ciertamente, todo el tiempo.
Loca y delgada voy, enamorada hasta los huesos de su rostro y sus requiebros,
y amarrada a su cuerpo, estrujado por tantos contratiempos.
Ya no sé si soy la mitad de mi amado, su doble, su novia o su reencarnación.
Ya me extravío en el tiempo y el espacio recorriendo soledades con Antonio.
Y escucho el ardiente suspiro del dolorido Garcilaso mirando el Tajo eterno.
Me llega a las entrañas la pasión salmantina de Calisto y Melibea en el muro de amor.
Y me hiere cada embestida de un oscuro toro a las cinco en punto de la tarde
y entonces antepongo a los huevos de la muerte
el escudo de palabras que me legó un tal Blas.
Para la libertad no encuentro mejor himno que Miguel,
ni encontré en el galope solitario, dolor comparable con el suyo.
Y a cada trote de la vida me restriego al poderoso caballero don dinero,
reconociéndome tierra, humo, polvo, sombra o nada.
Y a veces en mi aldea, me conmueve Borges, cargando el destino de una patria nueva;
desprovista ante sus ojos ciegos, de mitos y pasados.
Y tal vez yo sea solo una bastarda mestiza, acunada en guitarras de Atahualpa.
Guiada en rebeldía y desengaño en tangos de Discépolo.
A veces, simplemente, tejiendo telarañas de versos,
pienso si acaso seamos los de aquí, los espectros de España,
en la montura incompleta del Quijote.

Ana Mª González
Seudónimo: Berenice
Profesora de Latín, Lengua y Literatura española
ARGENTINA
(VIII Antología)

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