viernes, 8 de junio de 2018

ANTOLOGÍA 2017: SUS CALLES



SUS CALLES

Ya no reconozco las calles.
Mis calles.
En las que correteamos cuando éramos niños en los tiempos en que los automóviles no dominaban el asfalto, donde había asfalto, y la tierra de los solares, aunque pelada y sin árboles, era escenario de las más grandes aventuras o de las más apasionantes partidas de canicas en torno al gua. Por las que paseamos como novios ideando mundos futuros que protagonizarían nuestros hijos como dueños de aquellas rúas y de nuestros sueños.

Ya no reconozco las calles.
Mis calles.
En las que vimos crecer a nuestros hijos y envejecer a nuestros mayores. En las que cada mañana el sol era una promesa de libertad y progreso. En las que la luna en cuarto creciente auguraba más luminosas noches sin miedo a oscuras creencias. En las que todos caminábamos al unísono sin necesidad de que nadie avanzase delante ungido por poderes usurpados, en las que nadie debía ir dos pasos detrás de nadie por quién sabe qué viejas normas santificadas.

Ya no reconozco las calles.
Mis calles.
Ahora ensombrecidas por extrañas tradiciones y sepultadas en dementes supersticiones atávicas, habitadas por bocas cerradas que propagan silencios ordenados por milenarias escrituras inamovibles, usurpadas por derechos recientes que se imponen a otros ancestrales y subvierten todo aquello que la cultura y el humanismo nos legaron en centurias de razón y estudio, transitadas por rostros embozados por la obligación de ocultar la supuesta provocación, solo vista en mentes medievales encadenadas de supinos prejuicios, de los libérrimos labios, de la sensualidad de la clara mirada y del cabello flotando al viento.

Ya no reconozco las calles.
Mis calles.
Porque otros, muchos, demasiados, trabajan para «facer unas Españas» extrañas, lejanas y ausentes arrancando sus raíces.

Ya no reconozco las calles porque no son mis calles.
Son sus calles.

(XI Antología)

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