«… Así, entre el este y el oeste, en esos continuos movimientos geográficos,
Roma llegó a Hispania, Germania se instaló aquí y, desde aquí, surcando los
mares, surgieron nuevas ciudades en nuevos continentes con nombres conocidos
(Cartagena, Barcelona, Córdoba, Granada…) para mayor gloria y sabiduría de la
nación que ensalzó san Isidoro en su Laus Spaniae, ese elogio de Hispania como reina
entre provincias…»
(pág. 114, Sonia M.ª Saavedra de Santiago, «De este a oeste y viceversa»).
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