LAS DOS SANGRES
«He venido a este lugar porque mi sangre quiso volver a
sus orígenes. Cuánta agua ha pasado por este puente desde entonces», dijo
Alonso Pinzón, mi amigo oriundo de Cartagena de Indias, mirando las luces del
puente reflejadas en la noche del Guadalquivir. Y como si sus palabras
vertieran una nostalgia de siglos, continuó: «Recuerdo como si fuera este
instante a los galeones avanzando con pereza al murmullo de los remos. A los
contramaestres gritando, a los esclavos remando, con el sudor chorreando por
sus hombros; a la marinería soltando blasfemias, drizas y cabrestantes y atando
cabos, y a la gente alborotada en las orillas, esperando el oro, las semillas,
las especias, y pájaros de colas de colores, y cadáveres de flores desconocidas
y muertas en la travesía. Entonces éramos los amos de los mares. No sé si eso
será reencarnación pero creo en la memoria de la sangre. Y una parte de la mía
no me permite abominar de la otra parte, esa que fue capaz de la grandeza; la
que a fuerza de brazos y machete descuajó los caminos de la selva; la que
soportó la noche y el hambre, el odio y la muerte; la traición, las flechas, la
malaria y la fiebre; la que, buena o mala, aragonesa o andaluza, y con el
corazón puesto en “facer Españas”, entregó no un continente: un mundo a la
corona para grandeza de la corona; y la misma sangre que luego, en otro cuerpo,
liberó a ese mundo para la grandeza de la patria y castigo de la corona. No
tengo reclamo ninguno. Ningún resentimiento, ningún odio. Pero no olvido que
aquel Cristóforo Colombo, a quien enseñé a leer la bóveda celeste y además
confié mis más caros secretos de la marinería, jamás me dio el jubón que me
prometió el día en que partimos por primera vez hacia las Indias».
Marco Sánchez
Nacido en COLOMBIA,
reside en España
Periodista de
profesión y escritor de vocación
(X Antología)
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