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miércoles, 12 de junio de 2019

ANTOLOGÍA 2018: FACEDORAS




FACEDORAS

Teresa era cocinera en Trujillo, cuna de conquistadores de la talla de Pizarro. En el siglo xvi no era fácil para las mujeres, pero consiguió embarcar, junto a su marido, rumbo al Nuevo Mundo, en busca de fortuna. Al poco tiempo de su llegada enviudó. Lejos de amilanarse, Teresa buscó ayuda en la colonia española. Conoció a Inés, amante de Pedro Valdivia. Eran almas gemelas: extremeñas, valientes, con carácter, acostumbradas a buscarse la vida desde pequeñas, de familias campesinas y analfabetas… Las dos mujeres se ayudaron y como eran avispadas para los negocios, iniciaron uno relacionado con el oficio de Teresa. Horneaban empanadas para las tropas españolas, aunque como las dos tenían buen corazón, repartían algunas entre los pobres, que en un mundo lleno de oportunidades, también había.

El negocio crecía y pidió ayuda a las indias mapuches. Además de intercambiar recetas culinarias con las mapuches, aprendió todo sobre especias y plantas medicinales.

Convenció a los frailes para que la enseñaran a leer y escribir, incluyendo a las mapuches en las clases.

Tuvo algún pretendiente, pero como le gustaba su independencia, no quería hablar de matrimonio. Disfrutaba la libertad del Nuevo Mundo, y sin saberlo fue una adelantada a su tiempo.

Dominaba la lengua mapuche, por lo que fue traductora para Valdivia y otros hombres de su ejército. Teresa sacó partido a los idiomas y amplió su negocio con más mujeres.

Nunca regresó a su ciudad, disfrutó «faciendo España» en tarea común con los indios. Escribió diarios muy útiles para cronistas como Ercilla.

A Teresa y otras mujeres anónimas, mis burbujas de palabras vivas para que vuelen ingrávidas hasta las más recónditas almas, busquen la luz en la memoria y hagan justicia a la mujer del siglo xvi en el Nuevo Mundo.

Marian Oller Veloso
Licenciada en Derecho
(XII Antología)

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