FACEDORAS
Teresa era cocinera en Trujillo, cuna de conquistadores de la talla de
Pizarro. En el siglo xvi no era
fácil para las mujeres, pero consiguió embarcar, junto a su marido, rumbo al
Nuevo Mundo, en busca de fortuna. Al poco tiempo de su llegada enviudó. Lejos
de amilanarse, Teresa buscó ayuda en la colonia española. Conoció a Inés,
amante de Pedro Valdivia. Eran almas gemelas: extremeñas, valientes, con
carácter, acostumbradas a buscarse la vida desde pequeñas, de familias
campesinas y analfabetas… Las dos mujeres se ayudaron y como eran avispadas
para los negocios, iniciaron uno relacionado con el oficio de Teresa. Horneaban
empanadas para las tropas españolas, aunque como las dos tenían buen corazón,
repartían algunas entre los pobres, que en un mundo lleno de oportunidades,
también había.
El negocio crecía y pidió ayuda a las indias mapuches. Además de
intercambiar recetas culinarias con las mapuches, aprendió todo sobre especias
y plantas medicinales.
Convenció a los frailes para que la enseñaran a leer y escribir, incluyendo
a las mapuches en las clases.
Tuvo algún pretendiente, pero como le gustaba su independencia, no quería
hablar de matrimonio. Disfrutaba la libertad del Nuevo Mundo, y sin saberlo fue
una adelantada a su tiempo.
Dominaba la lengua mapuche, por lo que fue traductora para Valdivia y otros
hombres de su ejército. Teresa sacó partido a los idiomas y amplió su negocio
con más mujeres.
Nunca regresó a su ciudad, disfrutó «faciendo España» en tarea común con
los indios. Escribió diarios muy útiles para cronistas como Ercilla.
A Teresa y otras mujeres anónimas, mis burbujas de palabras vivas para que
vuelen ingrávidas hasta las más recónditas almas, busquen la luz en la memoria
y hagan justicia a la mujer del siglo xvi
en el Nuevo Mundo.
Marian Oller Veloso
Licenciada en Derecho
(XII
Antología)
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