… Y NOS DEJARON EL ORO
Margarita está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar.
Señoras y señores, esta es nuestra última palabra. Nuestra primera y última
palabra: los poetas bajaron del Olimpo.
Bajo las rotas columnas, entre la nada y el sueño, cruzan mis horas
insomnes las sílabas de tu nombre.
Soy un alma desnuda en estos versos, alma desnuda que angustiada y sola, va
dejando sus pétalos dispersos.
Yo soy un hombre sincero de donde crece la palma, y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.
Ayer pasó el pasado lentamente con su vacilación definitiva sabiéndote
infeliz y a la deriva con tus dudas selladas en la frente.
Hay un lugar que yo me sé en este mundo, nada menos, adonde nunca
llegaremos.
Y, sin querer, me siento anciano cuando por la calleja solitaria andando no
me salen tus ojos de violeta y oro para decirme: «Adiós, poeta».
Yo soy el mar de palabras y deseos que navego.
Golpea el mar el casco del navío que me aleja de ti, patria adorada.
Rubén Darío (Nicaragua), Nicanor Parra (Chile), Octavio Paz (México),
Alfonsina Storni (Argentina), José Martí (Cuba), Mario Benedetti (Uruguay),
César Vallejo (Perú), Ismael Urdaneta (Venezuela), Isaac Felipe Azofeifa (Costa
Rica), Julio Flórez (Colombia)… Porque como dijo Pablo Neruda: «Se llevaron el
oro y nos dejaron el oro»… de las palabras, de la poesía, de la lengua.
Beatriz Gómez-Pablos
Profesora de Lengua y Lingüística Españolas en el
Departamento de Lenguas Románicas de la Universidad Comenius
BRATISLAVA (Eslovaquia)
(XII
Antología)
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