EL ENCUENTRO
En el centro histórico de la Ciudad de México es posible ver muchas capas
de un espacio que se remonta hasta los tiempos primordiales. Comprendo que la
Castilla americana de Alfonso Reyes, el poeta, y la única España que conozco
revive con cada paso que doy en las calles de la ahora mi Ciudad de los
Palacios. Mientras, estoy caminando en medio de los mundos majestuosos de esa
exposición única y perenne. Y me veo acercando más y más hacia un encuentro.
Estoy parada en el segundo nivel de uno de los pasillos amplios y
hermosamente arqueados de columnas grandes y muy altas. Si me asomo apoyada con
las manos en el barandal de hierro, en el cual tal vez se apoyaba alguna
condesa novohispana, y miro el patio de puertas elegantes y de muchas ventanas,
creo que recuerdo a alguien mirar desde ahí, en el borde del abismo. Decido mejor
alejarme y paso por una de esas puertas que llevan al aposento. Entonces, en el
interior, me veo de niña y de nuevo creo recordar a los invisibles que por ahí
se pasean.
La casa del Museo de la Ciudad, y una de las primeras residencias de Nueva
España, sigue siendo habitada por el espíritu de los condes de Santiago de
Calimaya. Allí se encuentra encerrada y sola aquella España de antes, de los
tiempos de Cortés y de Cervantes. Al encontrarme con la nobleza colonial, tuve
la vivencia de la grandeza.
No solo en «haciendo las Indias» se «hacen Españas».
Jelena Rastovic
Nacida en BELGRADO, reside en Ciudad de México
Maestra en Letras Mexicanas
Profesora de Lengua y Literatura Rusas
(XII Antología)
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