EL MISTERIO
DE LA INIQUIDAD
Por eso, mientras se preguntaba el santo, el
que nunca dejaba de estudiar ni meditar, el que siempre oraba en disciplinado
horario en sus apartados, el que no gustaba mucho de las conversaciones vanas
porque solo dan a luz conclusiones vanas, el santo, repito, reposó un momento
en sus claustros y mientras se preguntaba: «¿Cómo es que quiso Satanás luchar y
vencer a Dios en el conflicto en el cielo si era sabido que iba a perder?
(Apoc. 12:7-17). ¿O acaso él, que lo veía, notó en el Creador un punto débil
por el cual podría ser vencido?». En estos pensamientos
estaba san Isidoro, cuando despertó, ya no en su lecho, sino junto a la gloria
del mismísimo Señor Jesús, quien le acogió y respondió su pregunta y quedó
satisfecho.
«El
santo preguntón» ahora anda en forma de halo por los alrededores de Sevilla
susurrando la respuesta en otros oídos santos.
Viviana Katherine Q. P.
(XVII Antología)
(XVII Antología)
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