«… Pero ¿cómo aunar distintos pueblos bajo un mismo
idioma? Aquella pregunta me rompía los horarios, esclavizaba mis vigilias, me
exigía atención plena. Y me hacía arrugar
cientos de hojas, llenas de garabatos, que nunca llegaban a nada. Estaba
bloqueado… hasta que me deslumbró aquel fulgor, una vislumbre palpitante en
forma de idea: establecer las reglas del juego más grande jamás creado. Así
nació mi Gramática castellana…»
(pág. 64, Daniel S. P., «Mañana»).
No hay comentarios:
Publicar un comentario