«… Un ejército
al mando de Elio Antonio de Nebrija va tejiendo la urdimbre del imperio con los
pedazos rotos que dejaron los primeros. La tropa de Nebrija está hecha de
nombres, pronombres, verbos, participios, preposiciones, adverbios,
interjecciones, conjunciones y gerundios. Que «siempre
la lengua fue compañera del imperio»,
reclamaba Nebrija, el armador de mundos…» (pág. 150, Alberto Castrillón-Mora,
«Nebrija, el argonauta del tiempo»).
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