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lunes, 26 de noviembre de 2018

ANTOLOGÍA 2018: BORGES EN TOLEDO





BORGES EN TOLEDO

Ilusorio, demorado en su oráculo de agudezas
y un calambur en su ojo vago
murmura en la cábala indescifrable que persigue,
en la conjetura donde hay un sillón para su alma.
El hombre de ojos que prodigan ya calinas
bastón en mano, pasea esa elegancia
acaso restringida a los langas de Buenos Aires.
El cuentista que miró fijamente a los ojos del tigre literario
el que buscó en las enciclopedias, astrolabio en mano, el
libro de los libros para encontrar a Dios y el cáliz de las palabras,
camina con el cansino paso que su traje infinito
refleja en los espejos
por las intrincadas calles de Toledo
buscando el laberinto que acaso nunca exista,
o solo sea en su afán imaginario.

De regreso al hotel a dar su conferencia
sobre aquel capítulo donde Sancho regala una jaula de
grillos a su amo para despojarle de los malos augurios,
sus ojos se han detenido en el escaparate de la librería
Hojablanca, antigua taberna Ambos Mundos.
Ya en el hotel, en la mesa del hall
extiende los libros que ha adquirido:
La invención de Morel de su gran amigo Bioy Casares,
Libro de todas las cosas y otras muchas más de su
admirado Quevedo y un ejemplar de Poemas de Vallejo.
La luz apenas tenue se filtra por la ventana de la
habitación. María Kodama descorre las cortinas.
Súbito se incorpora Borges.
—Un tigre, un tigre paseaba por las aceras del barrio judío,
aquí en Toledo. En la plaza de Zocodover se recostó y
pude tocarle, María, pude acariciar por fin ese pelaje.
—Nadie sabe lo tristes que son sus ojos.

A través del cristal se le enmaraña el Tajo con el Río de la
Plata y otra mano resuelve en un papel el poema que su
ceguera no le deja ver, metáfora de la literatura que busca
en anaqueles estantes de palabras que nunca acaban.
La mano de una mujer consuela el pálpito súbito de su
mano. Recuerda el instante supremo.
Cuando la poesía llamó a su puerta.

Rames Jandali Feu
Poeta
Trabaja en gestión de cobros
CABANILLAS DE LA SIERRA (Madrid)
(XII Antología)



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