QUIJOTE Y BUENDÍA…
en aquellas Españas era tan luminosa,
que parecía que alguna estrella
envidiara al sol,
pero a mí me venían
las noches de mi niñez, allá en mi terruño
y sus reuniones en la puerta de la calle.
Ya sé que el eterno verano guayaquileño,
en aquellas tierras de luz era radiante,
pero yo añoraba el invierno
y acurrucarme junto al fuego
cuando el alma se helaba.
Ya sé que aquella nave
que me llevaba a las divinas Galápagos
era espléndida,
pero yo echaba de menos
el humilde catamarán
que me hacía sentir Elcano
descubriendo una nueva ruta hacia mis Cíes.
Y sé que en la frondosidad de aquel Macondo
había magia.
Y sé que era un privilegio en las madrugadas de niebla
ver a Arcadio Buendía conversar con Melquíades,
pero a mí siempre me inspiraron
las infinitas llanuras ardientes de la Mancha
porque en las noches de luna grande
ver a Quijote sobre Rocinante
razonar de una forma disparatada con Sancho
es sublime.
(XIII Antología)
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