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Fernando Orlando, que cumple 90 años, va a editar próximamente sus memorias junto a una selección de vivencias de fondo espiritual que vamos a ir publicando con carácter semanal, junto a otras de diversos temas, bajo el título de «Re-vivencias».
Con esta última colaboración,
Fernando Orlando, fundador del Premio Orola, sigue su vocación literaria con
más de sesenta años de publicaciones en sus seis tomos en los que se plasman
sus reflexiones usando el género orteguiano de la «vivencia».
Confiamos en mantener un diálogo
permanente con sus lectores sobre los asuntos de mayor actualidad que resisten
el curso de tantos años de vivencias atemporales.
NADA
Es curioso el simple hecho de que
haya una palabra
que signifique nada.
No se puede definir porque no
existe,
pero sirve para explicarnos que las
cosas pueden ser o no ser.
El hombre ronda la muerte, que es lo
más parecido,
según nuestro entender, a la nada.
Estamos en un momento, uno más en la
historia
de la humanidad, en que se palpa en
el ambiente
la proximidad de la nada.
La fe es antídoto de la nada.
La fe, valga el contrasentido, es
materia espiritual.
No creemos, cada vez, menos.
Todo se reduce a eso que llamamos
nada.
Estamos llegando a la nada
intelectual por propia convicción.
Lo absoluto está por encima de
nuestra inteligencia
y, por ello, muy cerca de nuestro
concepto de la nada.
Frente a la nada, a mí me gusta
hablar de la humildad.
La humildad sabe a tierra, a hombres,
a animales y cosas,
todo ello muy cerca de nuestra
inteligencia y de nuestro corazón.
En la humildad hay miserias,
pobreza, pero también
hay orden, leyes naturales, vida,
sentimientos.
Sí, hoy llegamos a la nada por un
tremendo proceso lógico.
Y nos devoramos los unos a los
otros.
Pero también, como siempre ha sido,
el hombre llega a la tierra, a la madre naturaleza,
y en ella se refugia.
El hombre es el único ser que puede
vencer la nada
a través de su obra imperecedera.
La religión o la superación de la
nada.
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