ODIAQUERIDO
Es el
altar de la iglesia Jesús Nazareno e Inmaculada Concepción donde finalizan dos
odiseas, una casi quintacentenaria.
Quería
verte, ver tus huesos o ver tan solo el lugar donde están tus huesos; para
platicar, hablar, tal vez hasta reflexionar contigo.
¡Qué
viaje! ¡Qué viajes!
Dijiste,
primero conocido, aunque con seguridad no primer escrito: que te enterraran en
lugar sagrado, cerca, adonde entregaras tu alma al Creador. Quien tanta tierra
diera al «facer España» carecía de doblones para un pedazo donde terminar.
Duque
de Medina Sidonia te dejó dormir en su lugar los años que fueran necesarios.
Y un
día el lugar fue necesario para el señor mismo.
Entonces
echaron tus huesos a la intemperie.
Tus
dos Martines cruzaron mar Atlántico solos, y en viceversa, sobre el mismo mar,
con tus huesos camino a Coyoacán donde estaría el convento franciscano que,
como financiaste, suponías en segundo dicho y escrito conocido, en el lugar
donde viviste con Marina, donde entró para no despertar la prima de Velázquez.
Pero el viaje no encontró final donde esperaba; un ayuntamiento torció el destino
de tus doblones para distinta obra, quién sabe cuál. Tuviste que arrimarte, más
bien introducirte, con todo y huesos al vecino Texcoco, donde habitaban los de
hija y madre.
Un
tercer dicho en descubrir y, seguramente, primero en escribir, desveló el deseo
manifiesto de reposar en tu hospital de Jesús; allá, con pompa y fiesta
dieciochesca fuiste colocado, hasta que los nacientes mexicanos recién salidos
de republicano parto, esos te persiguieron para incinerarte y lanzar tus
cenizas al infierno en la esterilización independiente. Lucas, el de Alamán,
mintió como lucas para guardarte en oscuro rincón y en lengua, solo en lengua,
te envió en vuelta europea a vistas de santo padre sobre tus restos con tres
centurias de antigüedad. Fue, hasta que llegaron los republicanos salvados
mexicanamente de la muerte franca por deseo Franco, cuando te redescubrieron y,
por fin, te hicieron honores colocándote a la diestra de la Inmaculada viendo
desde el altar, a la siniestra con la mirada sobre el sitio de honor del Nazareno
y la santa dama que inmaculadamente concibió.
Diestra
y siniestra, no importa, esa es pura geometría; aquí estás. Ahora sí podemos
hablar de tu parir Nueva España. Platicaremos, platicaremos; apenas van cinco
siglos de aquellos faceres y desfaceres,
odiaquerido Hernando de nuestros Nazareno Inmaculada.
Químico bacteriólogo y parasitólogo por el Instituto Politécnico Nacional
Dramaturgo, narrador e investigador teatral
Nacido en MÉXICO en 1949
(XIII Antología)
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