
¿QUÉ
ES LA TIERRA SIN SEMILLAS?
Dentro
de este tronco mi savia corre por mis ramas como la sangre volcánica fluye por
los inconformistas de esta tierra. Por el suelo que me acoge han batallado mil
historias cuya sangre nutre las raíces de otros árboles más antiguos y
frondosos, que no me impiden ver cómo parten las gentes por la corteza del
cielo. Hombres y mujeres, lanzados en barco hacia el mar, mirando a lo lejos
esta tierra de sal, su patria en lo alto como un cuento de un niño hecho
realidad. Pero ellos se van y yo aquí, anclado en mi historia y el tiempo
invencible que añade a mi armada una luz de color distinto a todo.
Nunca
pensé que esta nostalgia por la vida se transformaría en la aventura de un
mundo nuevo. Y así, un niño marinero con cara de color de luna jugó con la
sombra alargada de mi árbol y, mirándome con picardía desde la cuna de mis
entrañas, subió a mis ramas y robó mi herencia, mis frutos, mis semillas. Un
rasguño sentí en mi centro cuando el zumo de mi fruto se expandió por el
interior de su menudo cuerpo. Guardó mi legado en su mano y un fragmento de mi
ser partió de travesía en un barco de madera que atravesó el tiempo con su
mástil y llegó a una tierra incierta. Este nuevo suelo abarcaba lagos y
volcanes, razas mezcladas, historias hechas con lanzas y dioses de color oro.
Tenían cantos y tejidos de colores calientes, aromas escondidos y cascadas como
un sueño interminable. Pero no tenían ni mi fruto ni a mi niño color luna que,
sin saberlo, estaba «faciendo España».
Ahora
convivo en la sangre y el lenguaje de mi historia, que es la de ese niño y
otros nuevos niños de color almendro. Las gentes de mi mundo renacen con
tambores batientes de este pueblo, que también ahora acoge y se expande, se
disuelve como un lienzo donde pintan a mi patria lejana, que ha llegado a este
mundo, con la poesía que emana una semilla guardada dentro del pecho de un niño
español.
Lucía Prieto
Maestra y amante de los
libros
MADRID
(XIII Antología)
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