LA GLORIA DE
SU IMPERIO
«La soberanía tiene sus límites
en los derechos naturales de los individuos»
(Francisco de Vitoria, Relectio de indis).
El mundo era
más grande tras el descubrimiento.
Se abrieron alma y mente, creció un imperio humano.
Después de los asombros, las ansias de poder y propiedades,
los abusos y los sometimientos, desprecios a la raza del indígena
tomada de incapaz por almas pobres cargadas de soberbia,
entre tantas humildes y honorables,
surgieron los filósofos, la Escuela salmantina.
Surgieron los teólogos con los pies en la tierra.
Si aquel grandioso hallazgo destruía creencias anteriores
que ya no sostenía la razón, que no verdades,
la conquista de América debía llevar justicia,
un orden de conciencia,
de una moral que allí pusiera en práctica derechos naturales.
Los nativos no tenían que ser de un inferior estatus.
Su tierra es su tierra; su vida es su vida; su defensa, legítima
y el deber de esta patria que cual madre se ofrece y se declara
darle su protección. Derecho de enseñanza, gobierno, libertad…
Escuela de Salamanca. Teólogos,
filósofos, economistas…, hombres
de espíritu moderno y rectitud y luz.
El suyo no se ha hundido. Su llama de humanismo
creció por todo el mundo y llega a este presente xxi.
Hasta hoy, si se piensa en las pandemias: peste, viruela, cólera…
la COVID-19 en el reparto económico —probetas, ensayos, medicina…—
y su orden democrático.
No se ha hundido su imperio del idioma español
—cimientos en Nebrija, en fray Luis de León,
en Gabriela Mistral, en Garcilaso de la Vega el Inca…—,
esta lengua que borda cada hermano de allí entre sus labios
con puntadas de oro, los hermanos de América.
Hermanos de un imperio en mestizaje
que cobija su honor
impulsado en los principios gloriosos
de sabios de la Escuela salmantina.
«La soberanía tiene sus límites
en los derechos naturales de los individuos»
(Francisco de Vitoria, Relectio de indis).
Se abrieron alma y mente, creció un imperio humano.
Después de los asombros, las ansias de poder y propiedades,
los abusos y los sometimientos, desprecios a la raza del indígena
tomada de incapaz por almas pobres cargadas de soberbia,
entre tantas humildes y honorables,
surgieron los filósofos, la Escuela salmantina.
Surgieron los teólogos con los pies en la tierra.
Si aquel grandioso hallazgo destruía creencias anteriores
que ya no sostenía la razón, que no verdades,
la conquista de América debía llevar justicia,
un orden de conciencia,
de una moral que allí pusiera en práctica derechos naturales.
Los nativos no tenían que ser de un inferior estatus.
Su tierra es su tierra; su vida es su vida; su defensa, legítima
y el deber de esta patria que cual madre se ofrece y se declara
darle su protección. Derecho de enseñanza, gobierno, libertad…
Escuela de Salamanca. Teólogos,
filósofos, economistas…, hombres
de espíritu moderno y rectitud y luz.
El suyo no se ha hundido. Su llama de humanismo
creció por todo el mundo y llega a este presente xxi.
Hasta hoy, si se piensa en las pandemias: peste, viruela, cólera…
la COVID-19 en el reparto económico —probetas, ensayos, medicina…—
y su orden democrático.
No se ha hundido su imperio del idioma español
—cimientos en Nebrija, en fray Luis de León,
en Gabriela Mistral, en Garcilaso de la Vega el Inca…—,
esta lengua que borda cada hermano de allí entre sus labios
con puntadas de oro, los hermanos de América.
Hermanos de un imperio en mestizaje
que cobija su honor
impulsado en los principios gloriosos
de sabios de la Escuela salmantina.
Nacida en Membrilla (Ciudad Real) en 1951
Heterónimo: Raíz y Rama
Licenciada en Filología Hispánica
Ponente en congresos. Dedicada a la investigación etimológica y la creación literaria y con doce libros publicados en las dos disciplinas
Premiada en numerosos certámenes
Dirige la revista Raíz y Rama, a la que invita a otros autores
No hay comentarios:
Publicar un comentario