OBISPO DE LA
ESPERANZA
Tú,
Isidoro, obispo de Sevilla, te sientes profundamente preocupado y angustiado
por la situación en la que se encuentra tu pueblo. La guerra y la violencia
asolan la región, y muchas familias han sido separadas y desplazadas.
Pero
no es solo el temor a la violencia lo que te atormenta, sino también el temor a
la ignorancia y al error. Ves a tu alrededor a tantas personas que vagan sin
rumbo, sin comprender la verdad y la sabiduría de Dios. Y es tu deber, como
obispo, guiar a estas almas perdidas hacia la luz.
Por
eso, has dedicado tu vida a estudiar y a escribir, a enseñar y a predicar. Has
trabajado incansablemente para recoger y preservar el conocimiento y la
sabiduría de tu época, para que nuestras futuras generaciones puedan
beneficiarse de ella.
Has
escrito tus Etimologías y tus homilías y has trabajado arduamente
para difundir la palabra de Dios y para proteger la fe de tu pueblo. Pero sabes
que tu tarea es aún mayor y que el camino por recorrer es largo y difícil.
Pero
no te rindes. Confías en Dios y en su guía y sabes que él te sostendrá y te
ayudará en cada paso. Por eso, sigues adelante con valentía y determinación,
sabiendo que tu tarea es importante y necesaria, y que estás haciendo lo que
Dios te ha llamado a hacer.
A
veces, cuando el cansancio y la duda te abruman, te acuerdas de tus primeros
años en la Iglesia, cuando eras un joven monje lleno de entusiasmo y pasión por
la fe. Recuerdas cómo tu maestro, Leandro de Sevilla, te enseñó a amar y a
servir a Dios con todo tu corazón.
Y, aunque ahora las circunstancias son diferentes, sientes que el amor y la pasión por Dios siguen ardiendo en tu corazón con la misma intensidad. Sientes que Dios te ha llamado a una misión especial y que él te ha dado los dones y las gracias necesarias para cumplirla.
Jesús Ángel Tiburcio
Figueroa
Natural de la ciudad de Yungay, Ancash (Perú)
Policía nacional del Perú y educador
Ha realizado publicaciones en diversas antologías
(XVII Antología)
Y, aunque ahora las circunstancias son diferentes, sientes que el amor y la pasión por Dios siguen ardiendo en tu corazón con la misma intensidad. Sientes que Dios te ha llamado a una misión especial y que él te ha dado los dones y las gracias necesarias para cumplirla.
Natural de la ciudad de Yungay, Ancash (Perú)
Policía nacional del Perú y educador
Ha realizado publicaciones en diversas antologías
(XVII Antología)
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