Autor: Víctor Sepúlveda Carrasco, CHILE
Las bofetadas del recuerdo,
absolutamente me noquearon.
Callé.
Me habló el silencio.
Sus dardos filosos
me desgarraron las entrañas.
Mi alma, entonces,
vomitó,
y tuvo un desgarrador asco de sí misma.
Comprendí que las palabras
no tolerarían la prisión
y que tampoco
aceptarían ser tragadas.
No hubo escape:
la historia se resiste a
reescribirse a nuestro antojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario