lunes, 26 de julio de 2010

REENCANTAR EL MUNDO

Rosario Hernández Catalán, de TUILLA-LANGREO, ASTURIAS

Conviene tener una cartografía de la tranquilidad. Yo poseo un mapa con naturalezas a las que acudo para lamerme heridas, celebrar lo común y aclarar deseos. Espacios con algún agujero en la Tierra como fuente, charca o bufón… con algo que mane desde lo más profundo como oráculo de Delfos. Ahí es donde averiguo las causas y caminos. Sin necesidad de sibilas, con el solo silencio. Mi mapa es cada vez más grande. Tengo espacios naturales para cada día, para la primavera, para el verano… Soy millonaria natural gracias a la renuncia a otras riquezas. Pero la mayoría no siente esta necesidad o se la han anegado al buscar volante en mano restaurantes con comida del país y playas de folleto, al levantarse de la mesa, al fotografiar y volver al coche y sentir que no era eso, no. Que sin caminata previa, sin sudor, no cabe plenitud cuando se alcanza un bello paraje. Pura química, no nos hemos deleitado con las endorfinas de la caminata. Sin ellas no hay paraíso.
Si no se recupera el sentimiento religioso de la Naturaleza, ese sentimiento oceánico, esa necesidad de rodearse de devas vegetales, de ríos o animales, será duro que a secas, por mera estética, salud o economía, el ser humano se esfuerce en proteger la Tierra. Yo necesito algo más profundo y me atrevo a abrir las puertas del espíritu y me atrevo a encantar la fuente.

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