Néstor Alfredo Gutiérrez Castro, de BOGOTÁ, COLOMBIA
La mejor manera de evitar escuchar la tos ensordecedora de mi padre,
era el concentrarme en la filarmónica de Berlín, que con su fuerte flauta me distraía de la muerte lenta del ser que más amaba. Ahora yo también estoy enfermo y mis hijos igualmente se refugian en la música para volar. Yo volé por muchos años, cada vez que me emborrachaba, que bailaba, que hacia el amor. Continué mi vida evitando enfrentar las responsabilidades, las dificultades y las tristezas. Culpé al mundo y a la otra gente de mis desdichas y juzgué con severidad los errores de los demás. Yo volé y hoy mis hijos hacen lo mismo y algún día sus hijos también les reprocharán por no haberles enseñado a dejar volar la mente mientras tienen los pies bien puestos en la tierra.
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