lunes, 20 de septiembre de 2010

ARAMEO

Shandra Ledesma Ortega, de Golmayo, Soria



El sabor a flores de aquella manzana aún temblaba en el paladar cuando penetré en una antigua iglesia de paredes encaladas y tesoros que iban más allá de su preciada decoración. Pronto descubriría la mayor de sus prendas, que reposaba sobre su patrimonio inmaterial: el arameo. Una joven comenzó su retahíla de palabras desconocidas suyo significado atravesaba el raciocinio y las convertía en algo cercano y profundo. Aquel antiguo idioma lamió mis heridas lingüísticas, atenazadas desde hace años en retorcidos laberintos, y urgió una pronta respuesta en forma de redención del alma, que aún queda libre al rememorarlas.

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