miércoles, 1 de septiembre de 2010

HIJOS, ÁRBOLES, LIBROS

Virginia Navarro Marín, de Madrid


Cuando somos niñas vivimos de ilusiones. Al crecer de realidades.
Cuando maduramos… de recuerdos.

Las ilusiones albergan pensamientos positivos donde no caben la envidia, el rencor, o la maldad. Aunque, a veces, la realidad sustituye a los sueños, y es ahí donde saboreamos las frustraciones y el desamor. Algunas, tenemos hijos de padres que se volvieron invisibles, y escribimos historias en las que muchos sólo ven páginas en blanco. Sin embargo, seguimos irguiendo la mirada, expectantes al juego del destino (donde se gana y se pierde), confiando en que dará fruto el árbol que plantamos.
Y entonces pensaremos: “No me puedo quejar”, como Edith Piaf dice en su canción. Porque a fin de cuentas vale más una vida llena de fracasos… que vacía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario