martes, 5 de octubre de 2010

DETALLES

Andrea López Montero, de Rivas Vaciamadrid, Madrid


Enmascarados por claroscuros: detalles que trascienden, que encandilan en un juego de luces y sombras y despiertan el inconsciente colectivo: aquello que incomoda, que se decide ocultar.
Así pues, la mirada inicia un viaje hacia la condición humana.

Un equívoco. Una sombra. Una incomodidad.
Un pensamiento que debiera ser impensable.
Un sueño que jamás hubiésemos osado soñar.
Un rostro en el metro que refleja el dolor, la pérdida.

El rostro que retrata el sentimiento, en cuyas erosiones se lee, en cuyos pliegues se percibe.
La mirada cansada que se clava por un instante y te dice aquello que la palabra no abarca.
La vista nublada, cristalina, húmeda. Un familiar, un desconocido, el espejo.

Los miedos irracionales, la atracción injustificada hacia formas concretas. Los fragmentos cargados de contenido: detalles que vivifican la realidad, que la hacen presente y no una mera narración de sucesos.

Un arañazo, una ojera, la marca de la almohada. Una sonrisa, un olor,
un sonido. Necesidad irracional de usar unos colores, gestos, movimientos, sonidos para retratar lo sentido. Lo atemporal, lo humano, la pulsión.
La verdad.

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