viernes, 17 de febrero de 2012

NUESTROS VERANOS

Salíamos casi de noche por la Ruta de la Plata. Al volante las tres, las cuatro de la mañana. Era una huída a la libertad,
mil kilómetros de carretera, luego el Estrecho…

Y el Sur. Un verano de verdad. Un mar de distinto azul, un azul que aún profundo, no daba miedo. Perdimos allí definitivamente los relojes y la fe en los objetos.

Me recordaba el paisaje del Belén cuando era niña. Sería por el misterio, por las moles pétreas de las montañas, por las figuritas lejanas montadas en burro que bordeaban los riachuelos.

Llegar de noche al pueblo era sumergirse en un país de fábula donde los farolillos de las esquinas acentuaban los bultos orgánicos de las calles, las casas se derretían perdiendo sus aristas y el interior estaba lleno de un mágico aire añil.

Azoteas y estrellas fugaces. Risas. Té con hierbabuena y polen.
Sí, fuimos felices.


Lola García Saavedra
A CORUÑA

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