Mamá me ayuda a vestirme.
Me peina una coleta y la abraza con un lazo celeste.
Luego me mira y da su aprobación. Mamá está muy atareada.
No deja de ir de un lado a otro. De la cocina a la habitación.
Vuelve a detenerse a mi lado, moja sus dedos en saliva
e intenta domar el remolino en el arranque de pelo de la frente.
“Mamá”, llamo. Pero no escucha.
Va otra vez a la cocina y bebe un sorbo de tisana.
“Mamá”, insisto.
Y ella me dice que no tiene tiempo para nada, que se ha hecho tarde
y debe arreglarse para estar bien guapa.
Se coloca la pamela frente al espejo.
Se mira y remira, buscando algo que hacer.
Pero no hay nada. Me acerco y la abrazo.
“No debí aceptar la invitación a la boda de tu padre”, dice al fin.
Deja caer las manos a lo largo del cuerpo y se echa a llorar.
Lola Sanabria García
Técnico Auxiliar en centros ocupacionales
MADRID
Muchísimas gracias por publicar mi microrrelato, tan bien acompañado nada menos que con Joan Baez. Fue un placer participar en el certamen y asistir al acto de entrega de premios.
ResponderEliminarAbrazos a pares.
PD. Creo que se os ha colado una tilde en el que de algo que hacer.
Lola, me ha encantado encontrarte aquí y leer tu magnífico relato. Un beso vivido.
ResponderEliminarGracias, guapa. Triple de abrazos.
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