miércoles, 12 de septiembre de 2012

ANTOLOGÍA 2011: MI CASA

“¡A bañarse!”, era la orden de mi madre cuando, en mi niñez,
regresaba a casa, polvoriento y con manchas,
mezcla de sangre y tierra.
Deseaba y temía el baño, pues en casa no había ducha ni bañera,
sólo un lavamanos y la taza del retrete, con alta cisterna
y tanque de porcelana, unidos por un largo tubo de plomo.
Mi madre descolgaba un enorme barreño y lo llenaba de agua
calentada en la hornilla de gas. Todo un rito.
Me horrorizaba terminar, pues suponía salir, aún calentito,
al frío pasillo que conducía a las habitaciones.
Recuerdo la humedad que rezumaban las paredes,
que asociaba con los mapas que coloreaba en el colegio.
Frenta al baño estaba la cocina, siempre cálida,
limpia y con apetitosos olores.
Junto a ella, en un recodo, había un lúgubre lavadero
con un altillo, donde mi padre ponía sus herramientas de albañil.


Manuel Hernández Sigut
SANTA CRUZ DE TENERIFE


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