miércoles, 26 de septiembre de 2012

ANTOLOGÍA 2011: SIDI BOU SAID

Cuenta la historia que en 1920 Rodolphe d’Erlanger aprobó
una ley, por la que, obligó a todos los habitantes de la localidad
a pintar y mantener sus casas de color blanco, menos las puertas,
ventanas y rejas, que tenían que ser de azul claro.

Bendito Rodolphe…eligió el color del cielo, el color del mar,
y el blanco de la Paz. Y es que, eso es lo que siento cada vez
que recuerdo mi viaje hacia esas tierras africanas, mucha paz.

Recuerdo pasear por las calles inclinadas y laberínticas
con empinadas escaleras, todas ellas repletas de bazares
donde contemplar collares, pendientes, pulseras…
Adquirí un kaftán blanco y azul en honor al pueblo
que todavía conservo.

Sigo oliendo el té de hierbabuena con piñones,
que pude degustar en uno de los cafés situados
en lo alto de una calle, mientras contemplaba el pueblo
por la ventana sentada en una silla a ras del suelo, típicas de allí.

Mi corazón volvió a España, pero mi alma se quedó allí.
Cuando sale un día gris, abro el armario, saco mi kaftán blanco
y azul y salgo a la calle con una sonrisa evocadora y nostálgica.


Paloma Luengo Pérez
PLASENCIA (CÁCERES)


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