Como venimos haciendo en días anteriores, seguimos publicando vivencias de
la Antología 2013.
EN EL PISO DE ARRIBA
Tenía pocos años, la inocencia intacta y un abuelo
inventado.
En el piso superior de la casona un pasillo cedía el paso
galante
a cuatro dormitorios. Al fondo, junto a la alcoba del
entrañable
tío de mamá al que yo llamaba abuelo oso, por sus
abrazos,
una reliquia con años de historia marcaba las horas.
La suave melodía que salía del cajón acompañaba mis
sueños.
Pasaron los años y un otoño color miel y manzana la luna
partida
me sorprendió llorando sobre el anciano tendido.
Fue una muerte silenciosa, parecida al sueño. Allí quedó
el viejo
cronómetro solo, abandonado, nadie le concedió el indulto
dándole cuerda. Ese día se pararon todos los relojes
sin que el tiempo me llevara a ninguna parte.
Ahora, mujer de años y esfuerzo, tengo la inocencia
extraviada
y delirios que resucitan abrazos.
Carmen Fernández Pérez de Arrilucea
Auxiliar de Enfermería jubilada
VITORIA
(VII Antología pág. 37)
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