Aunque ya no
estés, abuelo, sigamos “faciendo nuestras Españas”.
La que tú
escribías en tus novelas y la que yo desde mi teclado sueño.
Remendemos
con hilos de esperanzas el corazón maltrecho
de esta
tierra hermosa, que a veces lucha contra oídos sordos, contra molinos de
viento.
En tu
eternidad con los maestros en un Café Gijón inmortal,
sugiere a
Valle-Inclán otro final para estas Luces
de bohemia.
Aprovecha y
pide consejo. Para que sonrían las princesas de boca de fresa
y no haya
buenos mártires sin fe, pero sí santos creyentes y buenos.
No más
vientres vacíos, no más corazones yermos.
No más odios
entre hermanos, no más lutos impuestos.
Sí más ojos
que reflejen los ojos que los miran
y sí más
enamorados y más celestinas,
para que en
este crisol de culturas se pueda respirar mejor.
Desde la otra
orilla un maestro hermano te grita:
“No te
rindas, España, no te rindas. Que vos sos fuerte, hermosa, querida”.
Porque yo sé
que quitándole todos los velos que no son suyos, que otros le pusieron,
esta tierra bella
no tiene por qué soñar su vida, sino para qué vivir su sueño.
Cada uno
desde su lado, escribimos nuestros anhelos.
Yo contigo,
tú conmigo. Como el hidalgo Don Quijote y su fiel escudero.
Victoria
Martínez-Agüero
LOS
SILOS (Santa Cruz de Tenerife)
No hay comentarios:
Publicar un comentario