GRACIAS A LOS QUE AMAN…
Tú me enseñaste a construir amaneceres y a levantar la
casa con caricias.
Y te observé, cada día, cuando pintabas las paredes con
grandes y hermosas sonrisas.
Sin ruido, sin esfuerzo, cortaste la cuerda de la cometa
gris del egoísmo. Voló y se alejó abriendo el cielo.
Fue tan fácil alcanzar a tu lado el arcoíris, que pude
convertir las palabras y los gestos en los colores más bellos.
Sabías cómo inventar los días y las noches. Retirabas las
persianas del odio y encendías el fuego de la hoguera para quemar en ella los
leños de soberbia.
Así, simplemente amando, me mostraste cómo detener el
tiempo y calmar la tempestad y la tormenta. Entonces se cubrió el cielo de
esperanza y el sol secó una lágrima de tristeza.
A tu lado aprendí a amar, solo dando. No perdí. ¡Cuánto
ganado!
Gracias a los que aman sin esperar nada.
Eva
Mª Riber Herráez
MADRID
(VII Antología pág. 15)
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