COLLIURE, 22 DE FEBRERO DE 1939
«Estos días azules
y este sol de la
infancia»,
¿qué encierran estos
dos versos
que de esperanza me
hablan
que no pretendo
evocarlos
y sin avisar me
embargan…?
¿Serán los versos
de ayer,
acaso los de mañana
cuando el sol
vuelva a nacer
sin las fronteras
de España,
cuando te marchaste
huyendo
de tu tierra y de
tu patria…?
¿Ya sabes tú, don
Antonio,
cuando los poetas
hablan
a dónde van sus
suspiros,
dónde quedan sus
palabras…?
¿Por qué hablas de
azules días,
por qué de soles de
infancia
cuando se te va la
vida
rota, que no queda
nada…?
¿Qué tienen estos
dos versos
que de emoción nos
asaltan,
que no se pueden
cantar
sin que se nos
parta el alma…?
«Estos días azules
y este sol de la
infancia»,
en todo lo que
descubren,
¿cuánto dicen,
cuánto callan…?
Cuando quiero
recordar
lo que siento con
palabras
me guían por un
sendero
azul lleno de
alboradas,
y por esas alamedas
que son bellas, que
son blancas…
Con estos versos
postreros
cuando la vida se
apaga,
¿qué nos queda, don
Antonio,
de la vida que se
escapa…?
A punto ya de
partir
la nave que te
llevaba
tan ligeros de
equipaje
y sin pena nos
dejabas,
tú que suspiraste
tanto
por tu tierra y por
tu patria
y te llevaste de
Soria
toda tu vida y tu
rabia.
A ti te quedó tan poco
que nos parecía
nada
y nos mandaste
subir
al Espino de tu
amada,
allí donde está su
tierra,
allí donde está tu
alma,
que sea una tarde
azul
dijiste, una tarde
clara;
allí volveremos
siempre
cuantas veces haga
falta
a recordar a tu
amor
haga calor, frío
haga,
cuando se sube al
Espino
arriba, donde su
casa
allí, donde está su
tierra,
haremos «facer Españas»…
Julio Arnaiz
Nacido en VALGAÑÓN
(La Rioja), reside en Logroño
(IX Antología)
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