miércoles, 26 de abril de 2017

ANTOLOGÍA 2016: LUZ Y SILENCIO




LUZ Y SILENCIO

Esta mañana me despertó el trinar de los pájaros. Si mi lector está acostumbrado al bullicio de la urbe, considerará que mis palabras evocan una imagen idílica, pero no puedo sino disentir.
Si hoy ningún otro sonido me arranca del sueño es porque no quedan risas de niños, porque el pueblo en el que florecieron mis años de infancia se marchita como una rosa arrancada. No hay chiquillos que hagan volar sus voces hacia el cielo entre juegos y alegría, el silencio solo lo quiebra el canto de los pájaros.
Hoy tampoco resuenan las voces ajadas y roncas de los mayores. Poco a poco se han ido apagando las riñas, las bromas y los consejos, porque su valiosa experiencia se ha ido con ellos, y los campos que un día dieron frutos para colmar con creces cualquier cornucopia, hoy no crían más que yerbajos y zarzas. Y en ellos, el chirriante sonido de los grillos es más espeso que la hierba.
La naturaleza reclama su territorio y se adueña de todo cuanto me rodea, con el sol derramando su calidez y luminosidad sobre una escena que encandilaría a cualquier paisajista. Y sin embargo a mí se me antoja pálida y gris, porque cada rincón de este pueblo está teñido con la certeza de que su vida languidece, poco a poco y sin remisión, mientras se apagan las voces de mi memoria.

Sandra Ordóñez Tornín
Licenciada en Periodismo y Documentación Sanitaria
(X Antología)


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