UN IMPERIO DE ESPAÑAS
Nadie que mínimamente contacte con el Renacimiento
histórico español podrá dejar de saborear en fruto el constante «facer España y
Españas a solis ortu usque ad occasum» de su magnífico elenco de actores, viendo:
— a un Fernando de Aragón, remover de su escudo el yunque
con el «sufro y callo, por el tiempo en que me hallo», para (por consejo de
Nebrija) incorporar al nuevo, junto a las flechas de Isabel, el yugo gordiano
más el «tanto monta (cortar el nudo como desatarlo)»;
— al propio Maquiavelo, inspirándose: aquí para su effatum «el fin
justifica los medios», y en todo Fernando para su Príncipe…;
— a Isabel y a Colón, incorporando ella al nuevo escudo
esas flechas de la «unión hace la fuerza»; y planificando con el navegante
arrapar de las columnas míticas de Hércules, el «Non», para que el
lema «Non terrae plus ultra» («no hay
tierras más allá») diese un «más allá» de posibilidades de encontrarlas a golpe
de remo y fe, pese a las distancias y miedos…;
— a Carlos I, alojando en su escudo (por consejo de L.
Marliano) el toisón de oro del Sacro Imperio, más ese «Plus ultra», como
símbolos de su consagración a crear un «imperio de Españas», que ilustran a la
perfección: Cortés, quemando sus naves a su llegada a las actuales tierras
mexicanas para anidar en ellas, y Pizarro, marcando con su espada una línea en
el suelo con la advertencia de que: «Por este lado se va a Panamá, a ser
pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen (español) lo
que más bien le estuviere» (cf. César Cervera, ABC, 19 AG 14);
— a Felipe II, eligiendo para su escudo, tras la
conquista de Portugal, su «Non sufficit orbis» («el mundo no es suficiente»), en clara
referencia al «Plus ultra» del de su
padre, y queriendo significar que el mundo parecía haberse quedado pequeño para
España.
Federico
Sánchez Alcolea
Licenciado en Filosofía y Pedagogía
Profesor jubilado
MADRID
(XI Antología)
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