jueves, 28 de junio de 2018

ANTOLOGÍA 2017: ESPAÑA




ESPAÑA

Hace algunos años me lancé a conocer el mundo y la lengua castellana fue mi pasaporte.
Muchos antropólogos han estudiado a nuestros pueblos originarios.

Pero cuando pisé España encontré muy extraños a estos seres que deambulaban con bolsas de tiendas (llegué en época de rebajas) y que al parecer tenían un sentido de comunicación que solo iba hasta un radio de un metro cuadrado y que caminaban en una especie de orden y ritmo establecidos. Que no beben para emborracharse. Que hacen su vida en función del dinero y con dinero consumir. Una mujer hermosa pasa y nadie le dice nada. Sus aventuras son todas planeadas de antemano.

Que si les hablas con seguridad se sienten intimidados. Qué seres más extraños estos.
Adoradores de policías, que no hacen nada extraño o loco, que se vigilan unos a otros, que adoran el control. Que no tienen espontaneidad, que adoran la pulcritud de construcciones monárquicas e imperiales.

Cuando se manifiestan políticamente, todos caminan en orden, gritan sus consignas, y cuando terminan, van a un bar o a sus casas. Nada de salirse de madres. Así lo veía yo, luego de andar dos años recorriendo Latinoamérica.

Pero lo más extraño ocurrió, un quince de mayo, cuando después de una manifestación algunos se decidieron a pasar la noche en la plaza, aguantando incluso palizas policiales sin responder, y esto fue un clamor que se extendió por toda España y la gente salió a ocupar las plazas públicas con tiendas de campaña y asambleas. Al cabo de un tiempo que ya parecía alargarse demasiado, dejaron de acampar y fueron a sus casas. Ni un solo desmán, muchos aguantaron palos, sin responder.
Qué bueno sería que los antropólogos se interesaran en serio por estos pueblos tan pero tan extraños.

Seudónimo: Manuel Meulén
CHILE
(XI Antología)

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