viernes, 7 de septiembre de 2018

ANTOLOGÍA 2017: VIRIDIANA EN EL VEDADO




VIRIDIANA EN EL VEDADO

Humano, demasiado humano.
Hoy, solo quiero enumerar estos momentos,
tan densos, tan arduos de escribir.

Que la imaginación rellene los huecos,
los intersticios de vida,
para contar aquel tiempo.

Qué vendaval se desata.
Qué viento violento cruza las calles,
penetra las esquinas de cada mansión.
Qué aire desolado entre sus moradores.
Qué imposibles despedidas.
Qué tremenda decisión.
Qué adiós.
Permanecer o marchar.
Ver el descuartizamiento
de tu casa-vida.
Presenciar la entrada de los nuevos moradores,
convertida la que fue una mansión
en michinales y cuevas,
en cocheras y chabolas,
en jardines sucios y oscuros.

Permanecer y decir:
«Dios me lo dio, Dios me lo quitó.
Bendita sea la vida».

Partir y palidecer para siempre.
Extranjero de sí mismo,
como un arruinado flamboyán con las raíces a la intemperie.

Por la noche no hay antorchas, ni arañas, ni fastos.
Dos grandes fantasmas iluminados,
descomunales Che y Cienfuegos,
presiden la ciudad,
saludan la llegada del viajero. 

Certifican que aquello fue y es verdad,
que no son una pesadilla en la noche.
Estas cosas he visto en La Habana,
allí acontecen.

EPÍLOGO

Llueve en Madrid toda la noche.
Escucho la lluvia caer
sobre el alféizar de la ventana.
Me obsesiono.
Intento cazar entre las brumas del sueño
qué balance
de dolor, de bien, de logro,
hay en este ir y venir de los hombres.
Así se hacen y deshacen las Españas.
La historia nos juzgará.

Luis Gómez-Ullate
MADRID
(XI Antología)

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