BROTES
Fuiste árbol, madre, y ya eres
bosque. Enhiesto leño de raigones profundos, como hilazas de acero. De ti
nacieron tímidos brotes con el alborozo de las buenas noticias y el temor a la
escarcha tardía. A solas, con el sol y los pájaros, bajo un círculo de sombra que
hacía grandes las tardes de agosto, diste cobijo a retoños nuevos. Abismados en
la edad primera, desdoblándose, unían afanes por hundirse en la greda, por
crecer blandamente, sin molestarse, compartiendo suelo.
A lo largo del tiempo, has
contemplado gozosa la pujante verdura confiando en la filigrana del
entendimiento. Así, en esa laxitud peligrosa, la sinrazón inventa y el
desacuerdo acecha.
Arrumbada en un recodo, como
pájaro herido, sientes el mundo romperse. Y percibes el olor a madera talada
que la noche acrecienta en honduras, mientras, el aire aventa cenizas amargas.
Sin embargo, llegará abril abrochándose el agua a la cintura. Con el brillo de
la prisa, nacerán otros renuevos alimentados por todos los ríos de esta España
que nos distingue.
Carmen Fernández Pérez de Arrilucea
Auxiliar de Enfermería
VITORIA-GASTEIZ
(XII Antología)
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