ARTE
Ya entran los primeros rayos de
sol, se levanta y abre la pequeña ventana. No resiste el sofoco, desde aquí
puede ver las ramas caídas de un olivo. Por ahí vienen. Tiene las uñas blancas
de tanto descascarar la pared junto a la cama. Les han pedido hacer del cuerpo
pero él solo mira esas llaves que se mueven como un péndulo en la cerradura de
la celda. ¡Libertad, libertad!, llora por ella.
Camina por el pasillo y piensa
que su camisa está sucia.
¿Para qué la muerte? No se puede
matar a un español que tiene duende, este se irá a otra tierra a «facer
Españas». No tendrá límite, hará lo que quiera. Se agitará en las guitarras, en
las gargantas de los cantantes, en la prosa de los escritores, en los versos de
los poetas y en la mano de los pintores. Empapará todo, es incontrolable, no
hay modo de despacharlo. La cultura es tarea común. Allá dibujará la ansiedad
de esta hora y con él, América y España vibrarán con las balas que hoy le
ciegan la vida.
¡Quién fuera sueño para reposar
en el infinito! ¡Quién fuera de la mente dueño y mirara a través de lo
anhelado! ¡Quisiera escribir como jamás ha escrito todo lo que su mente ha
visto y su corazón ha soñado!
¿Para qué la muerte?, se pregunta
el poeta, si el duende quedará vivo.
Betsy Balestrini de Hernández
(XII Antología)
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