PIPAS DE GIRASOL
Con la guerra mamá no tenía qué
echar a la cazuela. A papá le habían recortado el sueldo. Yo iba a la puerta
del Pilar con el cesto de pedir. Pasaba por mudo. Un comentario inocente que
escucharan los curas acababa con visita en plena noche y uno desaparecía para
siempre. Con las escopetas cargadas todo el mundo era enemigo en potencia. Por
las noches mamá me enseñaba el código morse con pipas de girasol. Una sola era
el punto. Dos juntas formaban una línea. Aprenderme el abecedario me llevó más
de una semana. La tarde que escribí el primer mensaje contra los franceses me
temblaron las rodillas. Me sentí más cerca de Agustina de Aragón y hasta su
sangre guerrera podría haber corrido por mis venas. Si me hubiera visto Palafox
también me habría felicitado. Junto a las murallas me dieron alcance, el Ebro
como testigo. A mamá le llegó el mensaje en francés. «En héros» («Como un héroe»). Y las bolsas de comida pagando mi muerte.
Lourdes Aso
Diplomada en Enfermería
(XII Antología)
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