LA CÚPULA RADIANTE DE LA HISPANIDAD
Creo que encontré mi sitio aquí;
transmitiendo mi sentir hacia mi patria, sin olvidar «facer las Españas», de la
mano del pasado y del presente, mezclando geografías e historias, sin poder
separarlas.
Tengo la imagen de grandes
cúpulas de iglesias, con torres como lanzas dirigidas hacia el cielo, oigo el
talán de las campanas adentrándome en los pueblos castellanos, donde Camilo
José Cela hizo su viaje, entre aliagas y colmenas, con sabor a lumbre, puchero,
migas y miel.
A todas estas costumbres e
historias de nuestra patria, se une la sólida relación entre los hombres de
letras, a uno y otro lado del Atlántico y los vínculos históricos con la que
sigue siendo la madre patria para la gran mayoría de los iberoamericanos.
Científicos, historiadores,
filósofos, filólogos, profesores de literatura han podido o bien refugiarse en
la investigación o en el estudio de la historia de la lengua y de la literatura
nacionales, lo que sin duda les ha mantenido unidos por un cordón umbilical.
A los hispánicos nos conocerán
por la lengua, antes de por cualquier otra esencialidad o circunstancia: mira…
el pálido marinero filipino; el tostado llanero de Orinoco; el rubio trajinante
de Buenos Aires; el bronceado pescador antillano; al andino pastor de llamas;
al minero de Asturias; el hombre del café en Colombia; el de las palmeras de
Cuba; el del olivar de Jaén; al de la vid de Chile; el del telar de Cataluña;
el alfarero de Valencia.
Todos hablando la misma lengua,
siendo entonces lo unitivo para todos ellos, aunque las culturas, tradiciones y
costumbres sean diferentes se reconocerán próximos, hermanos. Una lengua común,
que no se agota en el diccionario. Así siempre sentiremos el ideal de la unión
en la tarea común de la hispanidad.
M.ª Carmen Agudo Serna
GUADALAJARA
(XII
Antología)
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