«Me fascina imaginar ese
instante en que nació de mi boca el don del habla, porque amo las palabras que
son parte esencial de mi vida… Sin ellas tendríamos la tristeza de los árboles
solitarios en los paisajes áridos, que extienden sus raíces alrededor, sin
encontrar ninguna otra raíz que se alimente cerca de las suyas…» (pág. 88, M.ª
Dolores Varela).
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