LA HERENCIA
España no ha muerto, claro que no, pero ya me deja
disfrutar de su herencia. Es un país generoso con los que lo quieren, acogedor
con los que lo cuidan. Llevo unos años lejos de mi casa y de mi patria, asuntos
de trabajo, y es justamente en la distancia cuando valoro lo que dejé atrás,
cuando necesito lo que he perdido, como un hijo desagradecido. Hablo castellano
a todas horas y en todos los lugares, conmigo mismo y con los que no me
entienden, porque es la forma de sentirme apegado a mi tierra y a mis gentes,
de demostrar lo que soy y lo que fui. La palabra ha construido mi mundo y, al
nombrarla, levanto también el mundo que construí y que construyeron otros. No
estoy solo ni perdido, mi idioma siempre me ilumina el camino, me trae de
vuelta hasta el hogar. Da igual que nieve o que la niebla no me deje ver la
luna. Amo la palabra porque es mi madre cantándome una nana o mi padre
diciéndome lo alto que estoy, porque soy yo cargándome de ilusiones, haciendo
España. Amaré siempre la palabra mía porque me dio el calor y el consuelo,
porque me lleva a casa y a las mañanas de luz, porque me recuerda que soy
habitante del país de los valientes. Escribo cartas en castellano, a mis
abuelos y a algunos amigos, solo para que den la vuelta al mundo, como lo hizo
Elcano. Y sí, estoy lejos y a veces solo, pero canto en voz alta una nana y sé
que tengo madre y patria, que tengo pasado y herencia, horizonte y esperanza. Y
cuido de lo que me dejan mis antepasados, los tatarabuelos de mis tatarabuelos,
sintiéndome afortunado, sabiéndome elegido. Siempre que alguien habla castellano
convoca España, su larga vida y sus grandes hazañas. Mientras una sola persona
siga uniendo palabras, como yo ahora, da un paso más en la construcción de esta
historia. Tú, cualquiera, tiene la fuerza de hacer España.
Daniel Blanco Parra
Nacido en MOGUER (Huelva) en 1978
Periodista, escritor y conferenciante
(XIII Antología)
No hay comentarios:
Publicar un comentario