«Una legión de ordenadores ha invadido al mundo y en algunas ciudades se
presentan enfrentamientos con toda clase de libros… Bajo el mando de Cervantes,
el Quijote se derrama por las calles de Alcalá de Henares arrastrando consigo
los circuitos y programas que va encontrando a su paso, mientras la precariedad
de los mensajes de los móviles intenta destruir el lenguaje… Al avistar al
Quijote, los móviles, los buscadores y las redes se detienen, levantan sus
brazos y se rinden ante la fortaleza de la obra que se acerca en son de paz…»
(pág. 128, Betsy Balestrini de Hernández, «Don Quijote»).
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