«Veraneábamos en un pueblecito de la provincia de Soria del que mi madre marchó en busca de trabajo recalando en Barcelona… a primeros de agosto… las calles… se llenaban de críos en pantalón corto… con el paso de los días, los de Barcelona hablaban con acento maño, los vascos adquirían un deje madrileño y los sorianos se iban a dormir diciendo adéu, sin el menor recelo y con toda la curiosidad de saber más de las lenguas y costumbres de otras partes de España, de esa España que años antes recibió y acogió generosa y amable a nuestros padres…» (pág. 240, Ismael Pérez de Pedro, «De todos»)
No hay comentarios:
Publicar un comentario