DE
CUBA A ESPAÑA: EL RETORNO (2020)
Tenía miedo de no reconocer la ciudad trimilenaria. Pero no me he perdido. Cádiz va vestida de historia, y unas pinceladas de modernidad no ocultan su esencia. Idaika acelera el paso con sus zapatitos menudos y nos adelanta. Parece advertir que la ciudad es tan mestiza como ella. O más, mucho más. Y por eso se siente como en casa. «La Habana es Cádiz con más negritos; Cádiz, La Habana con más salero» que cantan por aquí. Mi mujer señala el viejo escudo de armas, vestigio de otra aventura de las Américas más peligrosa que la mía, coronando el dintel de piedra de una de las casas. Lo ha reconocido por las fotos y por las historias que le he ido contando, cobijados del sol caribeño bajo las emparradas de la heladería Coppelia. Nos recibe mi cuñado, el Canijo. Su pelo es más ensortijado que el de mi mujer y su rostro, curtido en la salina, mucho más moreno todavía. Se oye al fondo rasgueo de guitarra y toque de cajón. Hay tarde flamenca. El Canijo levanta a Idaika en sus manos. «Ay, qué morenita guapa tenemos aquí», le dice. Ella nos busca con la mirada, temerosa, pero no llora. Nosotros reímos, y ella, finalmente, también. «¡Agüela, mira quien ha llegao!», anuncia el Canijo. Y por el pasillo nos conduce hasta un patio con ventanas de reja y tiestos de flores, donde toda la familia, rama paya y rama gitana, se levanta para abrazarnos. Besos y lágrimas por el reencuentro. Y otro puñado más para recibir a la nueva rama familiar, la cubana. Luego tomamos asiento y nos sirven un refresco. Y enseguida Loli, mi sobrina, se arranca por colombianas. Hasta el cante es mestizo aquí. Mi mujer se inclina para tratar de entender mejor la jerga de la abuela, y me coge la mano, como distraída. Así me dice que todo va bien. España se deja querer. Se mezcla fácil, una vez más.
Avelino Sáez
Abogado
(XIV Antología)
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