«… El hombre, que llegó buscando a una de
ellas, desnuda, / exótica, exuberante, sin conseguir saciarse, / paseó sus
ávidas manos, la vista anhelante, durante largo rato / por las pobladas mesetas
y las ubérrimas llanuras. / Luego cerró el diccionario y volaron de sus ojos,
mestizas, / las palabras» (pág. 108, Jesús Andrés Pico Rebollo, «Aquí vivimos
todas»).
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